Prioridades

Parece que no tengo tiempo para nada, pero me doy tiempo para las cosas que realmente me importan. Esto es aplica para todos. Constantemente elegimos en qué gastamos nuestra energía.
Me daré tiempo para los libros, para aprender, para caminar entre los árboles, para hacer el amor, para acariciar animales, para largas conversaciones con la gente que amo, para probar una nueva receta o un restaurante, para meditar, para filosofar al lado del Ganges, para apreciar a mis maestros y a los Dioses, para hacer cosas que nunca antes había hecho, o para dedicar tiempo para mí misma todos los días. Haré tiempo para bailar desnuda y sola con mi canción favorita, para el karaoke de la sala de estar, para películas de terror, para sentarme de espaldas a un árbol alto con los ojos cerrados, para oler flores o la piel de algún enamorado, o para disfrutar de una buena botella de vino.
Tenemos tiempo para tantas tonterías, para desplazarnos por el celular, para el consumismo, para disuadirnos de las cosas, para dar cosas por hecho, para maratones y videojuegos de Netflix. Pasamos tanto tiempo discutiendo con nosotros mismos acerca de nada, ganando guerras silenciosas que nadie sabe que sucedieron, trabajando para lograr las metas y los sueños de otra persona, ¿y para qué? Realmente tenemos mucho tiempo y, sin embargo, elegimos descuidar, despedir, afirmar que estamos demasiado ocupados, demasiado distraídos, demasiado abrumados ... hasta que se nos acabe el tiempo que creíamos tener.
La verdad es que algunas cosas nos importan, y algunas cosas (y personas) simplemente no.
Para lo que nos enfocamos, tenemos tiempo infinito. En lo que se enfocan nuestras mentes es a lo que apesta nuestra fuente de juventud, drenando momentos y moléculas que nunca volveremos. ¿A dónde va tu mente? ¿Realmente importa? Ahí es en donde está tu prioridad.